
Un análisis de los datos obtenidos por las naves Swarm de la Agencia Espacial Europea sugiere que existe una anomalía que podría ser un síntoma de que los polos se inviertan.Las décadas de los cincuenta y sesenta del XX fueron decisivas para estudiar el campo magnético de la Tierra. Éste, no solamente está allí para protegernos contra la radiación solar y los rayos cósmicos, sino que también es fundamental para guiar a las aves cuando emigran y para que la atmósfera de la Tierra no se “diluya” y desparezca.
En aquellos años los científicos se percataron de que, en el océano Atlántico del Sur, entre África y América del Sur, existe una anomalía en dicho campo: una especie de depresión o abolladura que hoy por hoy puede estudiarse desde el espacio gracias a un trío de naves enviadas en 2013 por la Agencia Espacial Europea.