
Con profunda devoción, los fieles acompañaron la imagen del santo en una emotiva procesión por el barrio.
Como cada 7 de agosto, la fe popular volvió a expresarse con fuerza en Mar del Plata. Este jueves por la tarde, miles de fieles se acercaron a la Parroquia San Cayetano, ubicada en Moreno 6770, para participar de la tradicional misa y procesión en honor al santo patrono del pan y del trabajo.
Desde las primeras horas del día, y en algunos casos desde la noche anterior, se pudo ver a decenas de personas formando fila en la puerta del templo, muchas con estampitas, espigas o cartas en la mano. Algunos llegaron a agradecer, otros a pedir trabajo, salud o simplemente renovar su fe en medio de un contexto económico desafiante.
Una de las postales más conmovedoras fue la de la procesión por el barrio, donde cientos de personas caminaron acompañando la imagen de San Cayetano entre cánticos y aplausos. A lo largo del recorrido se alzaron las voces con el ya clásico pedido: «pan, paz y trabajo».
La misa central se celebró al aire libre, sobre la calle Nasser, casi esquina Moreno, y estuvo encabezada por el Obispo de la Diócesis de Mar del Plata, Monseñor Darío Rubén Quintana Giobando, quien más temprano pasó por los estudios de Radio Brisas para brindar una entrevista en El Pase de la Mañana, entre Adrián Barbarulo y Alfredo Ves Losada. Allí reflexionó sobre el significado de esta fecha para los creyentes y sobre el valor de la solidaridad en tiempos difíciles.
«En esta Mar del Plata que construimos entre todos, pedimos que no falte el pan en cada mesa, el trabajo digno y la paz que tanto necesitamos como sociedad», afirmó el Obispo.
«El santo pone la intención, pero es tarea de nosotros que no falte el alimento en nuestras mesas», agregó y además, pidió dejar de lado la confrontación política y social. «Debemos dejar de provocar divisiones innecesarias y construir una ciudad feliz», sostuvo.
Durante toda la jornada se vivió un verdadero clima festivo. En los alrededores de la parroquia hubo venta de espigas bendecidas, velas con la imagen del santo, y también puestos de comida con opciones tradicionales preparadas por la comunidad, lo que convirtió a la celebración no solo en un evento religioso, sino también en un encuentro comunitario.
San Cayetano volvió a ser, como cada año, un símbolo de esperanza colectiva. En un momento en el que muchas familias enfrentan la incertidumbre del desempleo o la necesidad de llevar el pan a la mesa, esta muestra de fe se convierte en una oportunidad para renovar el compromiso con los valores de la solidaridad, la fraternidad y el trabajo digno.