
Agarró su primera raqueta cuando no superaba la altura de la red. Enseguida mostró condiciones y se cansó de conseguir triunfos ante tenistas más grandes. El recorrido de la marplatense de 21 años recién cumplidos que dio la nota en el Grand Slam de Londres.
Solana Sierra vive un momento inolvidable en Londres, donde accedió a tercera ronda de Wimbledon. La marplatense que empezó a jugar al tenis cuando era más pequeña que la altura de la red y que llevaba a sus partidos una muñeca en la mochila, recoge actualmente el fruto de muchos años de esfuerzo y sacrificio, personal y familiar.
Solana, hija única de Omar Sierra y Marta Canevello, nació el 17 de junio de 2004 en Mar del Plata. Es una jugadora de talento natural, súper profesional, competitiva y con una fuerza extraordinaria en su brazo derecho.
Fanática de River y muy admiradora de Marcelo Gallardo, a veces se pone la “9” para jugar en “picados” en familia. Hizo la primaria en el colegio Santa María del Buen Ayre, que cerró meses atrás, y terminó la secundaria el año pasado mediante el SEADEA (sistema de educación a distancia). Además de tenis, practicó natación y danza.
Si bien no tiene hermanos, comparte mucho tiempo en familia con sus doce primos.
Es amante de los animales y, desde que vive en el exterior, extraña mucho a “Tino”, el caniche que la acompañaba incluso a los entrenamientos cuando estaba en esta ciudad. “Si algún día puedo ganar dinero con el tenis, me gustaría invertir en una fundación para perros”, suele decirle a los suyos.
Solana nació para ser deportista. “Con 1 o 2 años, ya mostraba una capacidad motriz y coordinación atípica para la edad“, contó su padre Omar Sierra. “Apenas podía caminar y agarraba una paleta de ping-pong y esperaba el pique para pegarle. Después, cuando ella tenía 3 años, yo alquilaba una cancha de pádel, unos 20 minutos, y jugábamos a pasar una pelota de baja presión. Pero lo hacíamos de forma lúdica, porque le gustaba. Por ahí yo dibujaba caras en una pelota, ella le pegaba y tenía que ir a buscar las que coincidían”, agregó el orgulloso padre sobre aquellos primeros golpes de su hija.