El último penal se deshace en las manos de Hernán Galíndez y en simultáneo, el sueño rojo de aspirar por un título doméstico que persigue hace 23 años. La rostro del pibe Santiago Hidalgo, que apenas cruzó la barrera de los 20, se transforma en llanto y los hinchas no lo pueden creer. Hay aplausos tibios en el Libertadores de América y una profunda decepción en la retirada. Independiente hizo una gran campaña, pero a la final llegó Huracán.
Y habrá sido en la definición por penales, con el último aliento, pero nadie podrá cuestionar los merecimientos de este Globo que vuela alto y espera por San Lorenzo, nada menos, o Platense en Santiago del Estero. No fue casualidad que haya peleado el campeonato ante Vélez hasta el desenlace de la Liga Profesional de 2024. Tampoco, su actualidad en la Copa Sudamericana. Frank Kudelka armó un equipo sólido, intenso, punzante, que deja hasta la última gota de sudor. Lo volvió a mostrar bajo la luna de Avellaneda, aquí mismo donde supo perder una final en la década del ’90 y donde tomó impulso la ilusión que contagia desde 1973.
Se esperaba un partido de esta naturaleza. Con Independiente manejando la pelota y Huracán contraatacando. Lo que no podía imaginar el Rojo era semejante presión del Globo en el arranque. Entonces, los primeros minutos fueron muy favorables para los visitantes por el asedio en bloque sobre la salida de los locales. Y la jugada que recuperó Matko Miljevic ante la indecisión de Santiago Montiel, y no terminó en gol porque Rodrigo Rey achicó ante César Ibáñez, fue un testimonio del concepto.