
No conforme con su política agresiva hacia los migrantes, el republicano agita la posibilidad de confinamiento en donde aún permanece un puñado de yihadistas acusados de terrorismo.
de la política estadounidense. Donald Trump quiere darle un nuevo sesgo represivo a la base militar instalada en Cuba. Unos 117 kilómetros cuadrados arrebatados a la isla desde 1903. Acaba de cumplir el primer objetivo de su gobierno: poner en marcha el mayor operativo de deportación de inmigrantes de la historia. Sembró el miedo en todo el territorio de EE.UU. Pero no conforme con su política agresiva que discrimina por portación de cara, semblante o acento latino, agita la posibilidad concreta de confinamiento en donde aún permanece un puñado de yihadistas acusados de terrorismo.
Colocaría en semejantes condiciones a migrantes indocumentados con los militantes de Al Qaeda acusados de atentar contra las Torres Gemelas en 2001. Un reduccionismo fascista que definió con sutileza un expulsado mexicano en los últimos días. «Es imposible vivir en un país con un presidente que cometió 34 delitos graves», comentó Sergio Hernández en el diario El Universal. Después de residir 30 años en Estados Unidos emprendió la vuelta al Distrito Federal conduciendo su camión. Se había adelantado a la asunción del magnate en la Casa Blanca previendo lo que pudiera pasar y pasó.