Aún la causa no fue elevada a juicio porque no hay ninguna prueba para sostener la hipótesis del asesinato. Además, el rol de Estados Unidos para sostener la teoría de un comando internacional.A diez años de la muerte de Alberto Nisman, que fue el domingo 18 de enero de 2015, la justicia insiste –como hace tiempo– con el dibujo de un homicidio. Sin embargo, necesitan mentir y omitir pericias, porque las pruebas incontrastables demuestran que el fiscal estaba con vida en la mañana del 18 y que se disparó a sí mismo. Un minuto después de las 7 entró a su cuenta de correo electrónico, miró dos fotos en Instagram de una modelo con la que había estado, revisó Página/12 y otros medios para ver la repercusión (mala) de su denuncia contra Cristina Kirchner y entró a una página de Claudio María Domínguez para leer una historia sobre la vida después de la muerte. La pericia informática determinó, por unanimidad, que toda esa navegación se hizo desde su computadora, no de manera remota. Ahora, el fiscal de la causa, Eduardo Taiano, en un informe presentado la semana pasada, omitió esa pericia para esconder la realidad y levantar sospechas: dice que esas entradas pudieron ser hechas por otra persona (sugiere que fue el informático Diego Lagomarsino) operando la computadora del fiscal desde lejos.