
El mandatario dio un discurso que podría definirse como “habitual”, con algo de repaso de la herencia recibida y una descripción de algunas medidas que vendrán. Dijo que la parte más fuerte de su ajuste fiscal la hizo durante las vacaciones “para que la gente no se enterara tanto” y si bien anticipó que el peso se fortalecerá aún más por entrada de inversiones, volvió a ratificar su plan de cerrar el Banco Central.Hubo aplausos en varios momentos del discurso de más de una hora, aunque no tan eufóricos. Los más fuertes se sintieron cuando habló de las universidades, que no quiere ni privatizarlas ni hacerlas pagas, sino auditarlas; cuando se refirió a los piquetes y planteó que quienes no le creían que los eliminaría le iban a tener que pedir perdón; cuando dijo que la oposición iba a tener que seguir comiendo pochoclos; al manifestar que había eliminado el déficit cuasi-fiscal del BCRA y cuando prometió que seguiría bajando la inflación.