
El músico y productor pasó de tocar covers tributo a Los Beatles a compartir una Navidad junto a uno de ellos. Hoy, radicado en Londres, charla con La Capital sobre su trabajo con algunos de los artistas más importantes del mundoLogró ingresar a la industria musical y trazó un camino que se vio marcado por producciones y colaboraciones con ídolos como Ringo Starr, Noel Gallagher y Coldplay, entre muchos otros. Se trata de Tomás Gagliardo, o mejor conocido con Tomás Crow, que a sus 28 años se alza como productor e ingeniero de sonido de decenas de músicos internacionales. Nacido en Rosario, hace nueve años que vive en Londres, desde donde trabaja y piensa distintas piezas musicales, tanto colaborativas como solistas.
Tenía 19 años cuando en 2015 tomó la decisión de irse de la ciudad y probar suerte dentro de la industria musical inglesa. Aún no conocía a nadie en Londres, pero con la tenacidad y determinación que lo caracterizó siempre, Tomás armó sus valijas y marcó pasaporte rumbo al Reino Unido.
Aunque se podría invocar al destino o el azar, el éxito de Crow es resultado de un esfuerzo y dedicación enorme que comenzó con el pedido reiterado de asistencia a su docente Max Hayes (productor de mega estrellas como Paul McCartney y Mick Jagger). Tras una constante de negativas, el rosarino finalmente encontró la oportunidad que estaba esperando. Ese mismo docente que tanta reticencia había mostrado en un principio, un día necesitó de su ayuda. Fue entonces cuando Tomás consiguió permear las fronteras de la industria y comenzó a trazar un camino que se vio marcado por producciones y colaboraciones destacadas. La coronación de gloria como ingeniero de sonido llegó con su trabajo en el disco “Got to be tough” de Toots Hibbert’s and The Maytals, premio Grammy en 2020 a Mejor Disco de Reggae.
Nada de todo esto fue casual. Ya desde muy pequeño, Crow dejaba entrever su fascinación por la música. “No me acuerdo de mi vida sin estar tocando un instrumento. Mi educación musical empezó a los cinco años. Mis papás son súper fanáticos de la música, y de música muy variada. Aman el rock británico, y eso es muy gracioso porque ahora estoy viviendo y produciendo acá. Entonces estoy desde muy chico mamando música», comenta Tomás en diálogo con La Capital.
«Empecé a tocar la guitarra porque me volvieron fanático de Queen y yo quería ser Brian May. Al punto que me compre una peluca para parecerme a él. Estaba obsesionado. Brian May fabricaba sus guitarras y yo me acuerdo de agarrar un pedazo de madera y dibujar la guitarra y jugar con eso. Tenía seis o siete años. O quería ser el de Kiss entonces me dibujaba la estrella en la cara y hacía como que tocaba la guitarra”, agrega.Cómo te formaste en un comienzo?
Yo soy de Ocampo y Laprida. Fui al colegio primario Español y al colegio secundario Superior de Comercio. Pero yo no tenía nada que ver ser buen estudiante, y no tenía nada que ver con lo contable, con lo más técnico. Me sentaba en el banco de atrás y todo quinto año me lo pasé haciendo música electrónica. Tenía un sintetizador portátil porque ahí podía hacer loops, música que grababa en una tarjeta SD. Entonces estaba en las sillas de atrás, con los auriculares puestos, y con el aparato hacía canciones. Así es como aprendí el lenguaje de la música electrónica desde muy chico. Mi educación siempre fue por parte de la experiencia, de hacer cosas, de probar y ver qué pasaba ahí. Aprendí mucho del error.
– ¿Cómo arrancaste profesionalmente?
Después de eso y de la secundaria conseguí un trabajito de un par de horas, y al mismo tiempo producía con Rockin Beats. Junto con Juan Pablo Esquivel entramos en Sud Beats, el sello discográfico de Hernán Cattaneo. Pegamos contrato con ellos y yo ahí me empecé a dar cuenta que era posible lograr ese tipo de cosas, y por eso me empecé a meter en el mundo más dance, más de la electrónica. Después con 19 años (todo esto fue en ese mismo año) me puse a averiguar para ver si era una posibilidad estudiar o hacer algo acá en Inglaterra. Averigüé y encontré para hacer una beca en un curso corto de ingeniería en sonido y producción musical. Y a partir de eso, me vine sin conocer a nadie con la inconsciencia de un chico de 19 años. Ahora no lo haría ni loco, menos sin conocer a nadie. Es muy duro. Pero desde siempre, desde muy chico tuve una atracción muy fuerte por la música de acá, me preguntaba por qué tantas bandas que me gustaban salían de acá.