
Sergio Marchi dio a conocer una extensa versión de “No digas nada” donde narra, además, las sombras que cubren la última etapa de Charly, generadas por el ala protectora de Palito Ortega. Me parecen ideas viejas. Pero bueno, todo artista tiene obsesiones que se repiten. Es un disco que representa en sonido la fragilidad del Charly actual. No hay demasiada novedad, pero siempre emite algún destello», dice Marchi del nuevo trabajo de Garcìa.La reedición de la biografía No digas nada. Una vida de Charly, escrita por Sergio Marchi, coincide con uno de los momentos más esperados por los fanáticos de Charly García: el lanzamiento de un disco nuevo. La lógica del escorpión aterrizó en las plataformas digitales en estos días, tras la ¿filtración? de “Yo ya sé”; en estos tiempos de marketing desembozado parece más una estrategia que reemplaza al viejo corte de difusión que un descuido, un gesto anónimo y generoso o una traición.Estamos frente a un nuevo libro viejo. No digas nada… es algo más que una versión actualizada porque contiene una subtrama inimaginable en los días en los que se editó por primera vez: las sombras que cubren la última etapa de Charly, generadas por el ala protectora de Palito Ortega. Aparece la tensión, el nuevo cliffhanger: ¿dónde habrá quedado parado el narrador? Aunque el grueso de la historia se mantiene intacto, el nuevo prólogo –que en lugar de un clásico “allá lejos y hace tiempo” resuena con la inmediatez de un “ayer nomás”– añade una fuerza que estruja los hechos y los lleva a otra dimensión. Nos empuja a escudriñar lo que antes dejábamos pasar por alto, a leer en las entrelíneas de la relación que Charly García entrelazó con su propio mito. Por esa famosa grieta se cuela la pelea entre el músico y su biógrafo, entre García vuelto una medusa incontrolable y Marchi, montado en la fragilidad de su credo. Como si el sainete fuera parte de uno de esos guiones en los que otro Charlie, Kaufman, termina enredado en el guion.
En 1984, Marchi le hizo la primera nota a Charly. Está incluida en el libro Pensé, ‘qué genial, algún día, poder hacer la biografía de Charly’. En 1993, recibí una llamada de un amigo suyo que había conocido en Pinamar. Me dijo que Charly quería hacer un libro y me preguntó si podía ir al día siguiente a la sala. Acepté de inmediato. Al llegar, me recibió con un abrazo y me dio la bienvenida al proyecto, diciéndome que esperaba que no fuera demasiado sacrificado. Pasamos un tiempo conversando durante un ensayo y, más tarde, en su oficina, donde seguimos charlando. La propuesta para escribir el libro surgió directamente de él. Me mencionó que la otra opción era Eduardo Berti, quien había escrito el libro sobre Spinetta. Sin embargo, Charly decidió que yo sería el elegido”.