José Jorge Alperovich cayó en soledad. Si bien escuchó la sentencia por abusar sexualmente de una sobrina rodeado de sus cuatro hijos, al exgobernador de Tucumán entre 2003 y 2015 lo atormenta un vacío de poder que tuvo coletazos en su vida privada y los negocios familiares. Ya no estaría más con Beatriz Rojkés, su esposa que siguió el veredicto por Zoom y quien fue el hilo que lo unió a Cristina Kirchner, y florecieron problemas con sus hermanos y cuñados por los emprendimientos automotrices, inmobiliarios y agrícola-ganaderos.
Tucumán se había olvidado de Alperovich, que tiene hoy 69 años. El escándalo por el abuso de una sobrina que trabajó con él para su frustrado intento de volver a la gobernación en 2019 lo devolvió al protagonismo de las charlas de café de una provincia acostumbrada a los manejos feudales, gobernada por el peronismo desde hace un cuarto de siglo. El exmandatario y exsenador, que supo tener a la provincia en puño, volvió a la portada de los diarios desde que fue denunciado y el juicio siguió su curso. Hasta entonces, Alperovich ya no era ni una nota al pie.